En un experimento de laboratorio, los investigadores identificaron el proceso que permite a los cúmulos de proteínas perjudiciales adherirse a las células del cerebro, provocando su muerte. Fueron capaces de interrumpir este proceso utilizando extractos purificados de galato de epigalocatequina (EGCG), un potente antioxidante presente en el té verde, y resveratrol, una molécula presente en el vino tinto, con importante efectos terapeúticos.
Los resultados ofrecen nuevas oportunidades para el desarrollo de fármacos para tratar la enfermedad de Alzheimer. “Es un paso importante para aumentar nuestra comprensión de la causa y la progresión del alzhéimer”, señala el investigador principal, el profesor Nigel Hooper, de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Leeds, en la nota de presentación del estudio.
A su juicio, es erróneo pensar que el alzhéimer es una parte natural del envejecimiento, ya que es una enfermedad que, según los científicos, se puede curar a través de la búsqueda de nuevas fármacos como el que podría surgir a partir de esta investigación.
Entendiendo el alzhéimer
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por una distinta acumulación de la proteína amiloide en el cerebro, que se acumula formando bolas tóxicas y pegajosas de diferentes formas. Estas bolas de amiloide se aferran a la superficie de las células nerviosas en el cerebro al unirse a proteínas en la superficie celular llamadas priones, causando que las células nerviosas funcionen mal y acaben muriendo.
“Queríamos investigar si la forma exacta de las bolas de amiloide es esencial para que puedan adherirse a los receptores de priones, de la misma forma que una pelota de béisbol encaja perfectamente en su guante”, pone como ejemplo uno de los coautores, el doctor Jo Rushworth. “Si es así, queremos ver si se puede alterar la forma de las bolas amiloides para evitar que se unan a los priones, ya que esto podría evitar que las células mueran”.
El equipo formó bolas de amiloide en un tubo de ensayo y los agregó a las células del cerebro humano y animal. “Cuando agregamos los extractos del vino tinto y el té verde, las bolas de amiloide ya no dañaron las células nerviosas. Vimos que esto ocurría porque su forma estaba distorsionada, por lo que ya no podían unirse a priones y alterar la función celular”, revela el profesor Hooper, que ha asegurado, además, que el próximo paso del equipo es entender exactamente cómo la interacción amiloide y prión mata las neuronas.”
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