Es un estado temporal que ha sido disparado por una enfermedad, por períodos de duelo, por alguna pesadumbre, por abatimiento, y que han sido producidos por factores externos como una muerte, un divorcio, una pérdida de trabajo, entre otros. No necesariamente cuando se tiene una situación de esta índole se tiene que entrar en un estado depresivo. Hay un proceso donde la persona se siente triste y con ciertas características que son propias de la depresión, pero sin por ello catalogarse como una persona depresiva. Cada persona tiene su tiempo y proceso propio para superar las situaciones. Esto es importante en el sentido de no confundir un estado depresivo con un proceso normal de pérdida, para no abusar de fármacos y caer en dependencias, pues nosotros/as tenemos nuestros propios mecanismos que nos capacitan para superar estas situaciones.
Qué podemos hacer entonces?
En primer lugar es importante buscar un profesional de la salud, como por ejemplo un psicólogo para que te ayude a identificar que es lo que te está llevando a este estado y a tener contacto con tus sentimientos y con tu interior desde el estar presente en el aquí y el ahora. Es importante poder contactar con tu realidad y estar con los “pies en la tierra”. Recuperar el contacto con el propio yo para encontrar cierto equilibrio e independencia. Hay alternativas otras herramientas que podrán ayudar al trabajo terapéutico como las esencias florales, la acupuntura, el ejercicio, los masajes, entre otros, pero siempre bajo la supervisión de un profesional. No debes auto-medicarte, ni tomar cosas que le sirvieron a tus amigos/as y pienses que quizás a ti también.
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