viernes, 15 de noviembre de 2013

El consumo de antinflamatorios aumenta el riesgo de sufrir infartos y derrames

Se demuestra otra vez que los antiinflamatorios analgésicos aumentan los problemas cardiovasculares: infartos, apoplejías y muertes.
 Hace algunos años el rofecoxib alias VIOX, causó más de 140.000 infartos y unas 60.000 muertes antes de que se retirara del mercado en 2004.
Lo peor de todo es que este desastre se habrían podido evitar; habíamos advertido de ello antes de que se comercializasen estas drogas. Los fabricantes, sabían que incrementaba el riesgo cardiovascular. Los estudios demostraron que se incrementaba en un 45 %.
La multinacional Merck Sharp an Dohme MSD, fabricante de Vioxx conocía el riesgo cardiovascular mucho antes de que la información llegara a los consumidores[1].
Luego se incriminaron otros antiinflamatorios: Celebrex y Bextra de la multinacional Pfizer, que pertenecían a la misma familia llamada antiinflamatorios no esteroideos o AINES o NSAID (inhibidores de la cicloxigenasa COX2) utilizados masivamente como prótesis para combatir el dolor, la fiebre y la inflamación. Todos tienen efectos secundarios gastrointestinales como hemorragias y efectos cardiovasculares[2].
Desde finales de los años 90 se iniciaron las advertencias sobre sus riesgos[3], incluso la Academia Nacional de Ciencias de EEUU se hizo eco de ello[4]. El riesgo cardiovascular se sabía. Antes de que se comercializaran ya había advertencias de la catástrofe que se avecinaba con esa clase de medicamentos a comienzos de 1999, como en su día denunciamos[5].
Ahora, un gran estudio internacional acaba de demostrar que otro antiinflamatorio de este grupo, el diclofenaco(Cataflam, Voltarén), también aumenta el riesgo cardiovascular incluyendo apoplejía e infarto en un 40%. Lo hace incluso a bajas dosis, en un 22%[6].
La investigación ha sido realizada por Patricia Mc Gettigan y David Henry en la Facultad de Medicina de Hull, Gran Bretaña y en el Instituto de evaluación clínica de Toronto, Canadá. Es una revisión sistemática de otros estudios publicados que totalizan 2.700.000 personas que tomaron estas drogas. Incluye la evaluación del riesgo cardiovascular para cada una de ellas y a diferentes dosis.
En general el riesgo aumenta con la dosis con alguna excepción como el naproxemo que incrementa el riesgo en un 9% y no cambia con dosis altas.
Así el ibuprofeno el más famoso y vendido de los AINES aumenta el riesgo en un 18%. Pero a dosis altas (1200 mgs /día) incrementa el riesgo hasta en un 78%. Además el estudio muestra que esas dosis se alcanzan fácilmente; hay preparados comercializados que tienen 400 mgs. por cápsula, así que con tomar sólo 3 al día ya la has alcanzado.
Uno de los mas modernos el etoricoxib (AINES inhibidor de la cicloxigenasa COX2) aumenta el riesgo en un 45%, igual que su pariente el mortífero VIOX.
La multinacional Merck Sharp an Dohme MSD es curiosamente el fabricante de las dos drogas, además de la infame vacuna del papiloma humano[7].
Los autores resaltan que las personas con problemas cardiovasculares, hipertensión o diabetes que tienen un riesgo cardiovascular del 5% con respecto a los que no padecen esas enfermedades, si toman diclofenaco lo incrementan  en un 40%. Uno de cada 50 podrá tener un infarto.
Esa es la misma conclusión, resaltando la importancia de los antecedentes, a la que llega otro estudio realizado en Dinamarca sobre 84.000 supervivientes de ataques al corazón.  Este estudio de la Universidad de Copenhague encontró que el diclofenaco era el fármaco que tenía el mayor riesgo. Los que lo tomaron tuvieron el triple de posibilidades de sufrir otro ataque al corazón en la semana que siguió al primero. Observa que fue publicado el año pasado en Circulación, la revista oficial de la sociedad americana del corazón[8].
Otro estudio, publicado también el año pasado en otra revista ortodoxa, sobre pacientes con enfermedad coronaria e hipertensión que tomaban este tipo de antiinflamatorios (NSAID), encontró un dramático aumento de infartos, apoplejías y muertes[9].
Lamentablemente el diclofenaco es el antiinflamatorio más utilizado en Inglaterra con 6 millones de prescripciones, sin tener en cuenta los que se venden sin receta, por lo que Johana Evans, en un artículo reciente donde analiza estos estudios, se pregunta si no estaremos en un caso similar al del Viox[10].
Un medicamento para la hipertensión acusado de aumentar los infartos que se supone debería prevenir
He escrito muchas veces que los medicamentos antiguos son más seguros desde el punto de vista de los efectos secundarios, puesto que hay mas margen para que estos hayan tenido tiempo de manifestarse.
En los últimos años hemos visto como muchos fármacos nuevos se revelaban tóxicos y eran retirados del mercado.
Un ejemplo reciente es el Aliskiren (Rasilez, Tekturna), una droga de Novartis que actúa sobre la renina, usada desde 2007 para bajar la tensión arterial.
La muy ortodoxa British Medical Journal acaba de informar este año que el estudio sobre su seguridad fue interrumpido prematuramente cuando se comprobó que causaba apoplejía, aumento del potasio, complicaciones y fracaso renal.
El St. Michael´s Hospital de Ontario, Canadá, ha advertido que estos efectos secundarios graves son mayores cuando se combina con otros antihipertensivos como inhibidores de los receptores de la angiotensina  ARBs, o conversores de la enzima angiotensina ACE. Los efectos han sido tan claros que se está considerando su prohibición[11].
Pero también se han descubierto recientemente nuevas toxicidades de medicamentos tan antiguos como la aspirina o la nitroglicerina.
No es nuevo que un medicamento para tratar una enfermedad también la produzca. Los casos del colesterol y del SIDA son buenos ejemplos, como hemos documentado en trabajos anteriores, pero no son los únicos.
Aumentando las indicaciones de la aspirina aumentan las muertes
Es un hecho que los industriales intentan siempre ampliar los mercados proponiendo nuevas indicaciones de sus productos. Así el viejo ácido acetilsalicílico (la aspirina) ha sido recomendada  como preventivo de ataques cardiacos, cerebrovasculares y más recientemente hasta del cáncer colorrectal. Al parecer a los laboratorios no les bastan los más de cien billones que venden en el mundo cada año[12].
Esto es un disparate, como lo demuestra un reciente estudio publicado en la muy ortodoxa revista Archivos de Medicina Interna. Analizó 102.621 pacientes y demostró que los que la toman regularmente aumentan en un 30% el riesgo de hemorragias internas y encima no reducen su tasa de muertes por infarto, apoplejía o cáncer. Especialistas de Estados Unidos, Gran Bretaña e Irlanda opinan que no debe tomarse como preventivo[13].
Esto no es excepcional. Tenemos otro caso particularmente escandaloso donde además se han falsificado los datos del diagnóstico para ampliar la clientela. Ver: El vudú del colesterol. Lo que no te cuentan sobre el colesterol y su “tratamiento”. Seminario de patología. cardiovascular, septiembre 2011 Alfredo Embid.
Boletín Armas para Defender la Salud nº133
[http://www.amcmh.org/PagAMC/downloads/ads133.htm]
Nuevas combinaciones fatales
Tenemos otro problema cuando los medicamentos antiguos como la aspirina se combinan con otros nuevos y se producen sorpresas.
Investigadores del hospital Universitario Lozano Blesa de Zaragoza han encontrado que los efectos hemorrágicos de la aspirina se incrementan cuando se toma combinada con otros medicamentos cardiacos o anticoagulantes.
Así, por ejemplo, se ha comprobado que la combinación del clopidogrel con el ácido acetilsalicílico resulta mortal según un estudio controlado sobre 3020 pacientes. Iniciado en 2003 hubo que detenerlo en agosto 2011 por este motivo.
La fatal combinación aumentaba al doble el riesgo de hemorragias cerebrales y muerte, que es justo lo que se supone que el tratamiento intenta supuestamente prevenir[14].
Los efectos secundarios de los viejos medicamentos no siempre se conocen
También hay que tener en cuenta que no lo sabemos todo, ni siquiera de los viejos medicamentos, y que aunque los efectos se conozcan a veces se han infravalorado.
Por ejemplo se consideraba hasta hace poco que las bajas dosis de ácido acetilsalicílico o aspirina del orden de 75/325 mgs. al día eran seguras. Pero una nueva revisión de la literatura disponible ha demostrado que incluso a la dosis más pequeña de 75 mgs / día aumenta las hemorragias importantes y las úlceras de estómago. El estudio ha revelado también que añadir un inhibidor de la bomba de protones, que disminuye la acidez del estómago para contrarrestar este efecto, causaba serios daños al intestino delgado[15].
O hay sorpresas, porque a pesar de su largo periodo de uso hay aspectos que no se han estudiado.
Por ejemplo la nitroglicerina se lleva usando desde hace 144 años pero al parecer nunca se había estudiado su efecto sobre las enzimas cardiacas. Un estudio realizado el pasado año por Facultad de Medicina de Stanford lo ha hecho y ha encontrado que la nitroglicerina que se utiliza hospitalariamente en las crisis de angina de pecho aumenta el riesgo de ataque cardiaco. Especialmente cuando se administra endovenosamente en perfusión ya que lesiona el tejido cardiaco y destruye la enzima aldehido deshidrogenasa 2  ALDH2  que tiene acción antioxidante, elimina radicales libres y protege el tejido cardiaco cuando el flujo sanguíneo se reduce. Dobla el riesgo de infarto en ratas perfundidas durante 16 horas. Queda comprobar si esto se produce también en humanos[16].
Algunas Conclusiones 
Estos ejemplos recientes nos recuerdan que los medicamentos químicos de prótesis siempre tienen efectos secundarios, muchas veces graves e insospechados. Lo que nos lleva a la conclusión lógica de que siempre que se pueda deben ser evitados o su uso reducido al mínimo.
La medicina de prótesis nunca debería estar en primera línea de la asistencia sanitaria usurpando el papel que le corresponde a las técnicas que favorecen la autorregulación, como la acupuntura.
Es de sentido común que si queremos un sistema sanitario efectivo y barato hay que poner el acento en la prevención.
En el caso de las cardiovasculares hay dos factores que normalmente se omiten.
El primero son los factores medioambientales:
La contaminación química, incluyendo los tratamientos médicos tóxicos, (amalgamas dentales, vacunas con mercurio), y tratamientos contra el colesterol. Y sobre todo la contaminación radiactiva que, se ha demostrado, afecta al sistema cardiovascular
El segundo son los factores sociales.
Una investigación realizada a principios de los años 70 en todo el estado de Massachusetts lo demostró.
Este importante estudio realizado en todo un estado norteamericano demostró que el factor fundamental no era ninguno de los factores clásicos que siempre curiosamente resultan ser de responsabilidad individual (dieta, alcohol, tabaco).
Era el nivel de insatisfacción laboral en la vida de una persona.
El doctor Robert Karasek, ha propuesto la existencia de un nuevo síndrome: la “reacción de Sísifo” o “síndrome de esfuerzo sin satisfacción” para explicar estos hechos relacionados con el trabajo[19].
Un estudio estadísticamente significativo del año pasado, realizado en la Universidad de Harvard, corrobora que la gente que está satisfecha con sus vidas tiene un 13% menos posibilidades de desarrollar enfermedades cardiacas[20].
El grado de satisfacción en el trabajo es una parte fundamental del grado de satisfacción vital ya que, los que no tenemos la desgracia de pertenecer a las elites, nos pasamos la mayor parte de la vida trabajando.. 

1 comentario:

  1. Tiene lógica...Viendo lo desde la medicina tradicional china el elemento "agua" controla al "fuego" alterar al agua (inflamación) es alterar al "fuego" (intestino delgado y corazón...).

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